El glamur editor era Beatriz de Moura

Álex Sàlmon

Álex Sàlmon

Cuando empecé en esto, lo primero que se mencionaba de Beatriz de Moura era sobre su belleza e inteligencia. Competía con Rosa Regàs. No lo digo yo, lo comentaban los que intentaban ligárselas en aquellos años de tanto amor libre. Frase textual del gran Eugenio Trías: «En aquellos años 60 nos enrollábamos todos con todas y aquello dejó tiranteces». Pero la enamoró Oscar Tusquets, y con él fundó una de las editoriales más importantes en castellano que explican la España de los 70, después de haber cortado con su cuñada Esther Tusquets, editora de Lumen. Era hija de diplomático brasileño, por lo tanto, políglota, como cuenta Carlota Álvarez Maylín en su libro Una curiosidad sin barreras (Tusquets, 2025).

Era necesario un libro así. Puede que su único defecto, que no lo es porque se trata de una tesis, sea su excesivo academicismo, como explica en este número de ABRIL Alfonso Vázquez. El ensayo, de lectura obligada para aquellos a los que les gusta zambullirse en el mundo de la edición, no puede ir a lo más carnoso de la vida de esta editora, ahora muy retirada de todos los ambientes literarios, lo que es una lástima.

En los 80, el año siempre comenzaba con el Premio La Sonrisa Vertical y la fiesta que organizaba Tusquets en su sede de la calle de Iradier de Barcelona. En aquellos encuentros se dieron a conocer Almudena Grandes o Mercedes Abad, por ejemplo. Y en la editorial se consolidaron autores como Javier Cercas, Fernando Aramburu, Eduardo Mendicutti y Luis Landero. De Moura tenía una obsesión para mantener la independencia de la editorial: su distribución. Por ello, rompió un acuerdo con Planeta y se fue con Plaza & Janés, y volvió a romper con este para mantenerse liberada. El tiempo y la no descendencia condujeron a la editorial a los brazos de Planeta, pero dirigida por Juan Cerezo, su hijo profesional. Beatriz será siempre glamur.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents