Fulgencio Coll se amotina por la construcción en rústico en Palma

El líder de Vox en Cort se ha hartado de la inacción del equipo de gobierno en materia de vivienda y amaga con impedir que el PP apruebe edificar en las áreas de transición

Su postura ha pillado al alcalde y a su propio partido a contrapié, pero no va de farol

Fulgencio Coll y Jaime Martínez

Fulgencio Coll y Jaime Martínez / DM

Jaume Bauzà

Jaume Bauzà

Palma

La política de vivienda del equipo de gobierno municipal (o más bien la ausencia de ella) amenaza con abrir una brecha insalvable entre el PP y Vox los dos años que quedan de legislatura, que se le pueden hacer muy cuesta arriba al alcalde Jaime Martínez. Durante la primera mitad del mandato no ha habido ningún avance concreto para combatir la emergencia habitacional en el municipio y Fulgencio Coll ha llegado al límite de su paciencia.

La nota de prensa que el líder de Vox Palma suscribió el pasado miércoles fue un punto de inflexión. En ella Coll se desmarcaba de su propio partido en Baleares y lanzaba una advertencia a Martínez y a su regidor de Vivienda y Urbanismo, Óscar Fidalgo, al amagar con votar en contra de construir en las áreas de transición del municipio (suelo rústico). Por si quedaba alguna duda, poco después lanzó el mismo mensaje en un video grabado delante del edificio de la gerencia de Urbanismo: "No apoyaremos, posiblemente, el pleno en el que se quiera utilizar las áreas de transición hasta que no se haya aprovechado de manera eficiente el suelo urbano consolidado".

Aunque ese "posiblemente" deja todas las opciones abiertas, el recado pilló a muchos a contrapié. Martínez, enterado de que Coll iba a posicionarse en contra de edificar en rústico, le pidió que diera marcha atrás hasta mantener una conversación con él. También recibió una llamada de Vox Baleares en la que se le recordaba que ese argumentario contravenía lo que el partido había votado hacía pocas horas en el Parlament. Dio portazo a unos y otros, y seguramente fue más sonoro el que le dio a su propia formación, de la que cada vez está más distanciado.

Hasta ahora para el general retirado los responsables políticos de la crisis habitacional que sufre la ciudad eran cuatro, todos de izquierdas: Pedro Sánchez (por no aprobar una Ley Antiocupación de ámbito nacional), la expresidenta Francina Armengol, el exalcalde José Hila y la exregidora de Vivienda de Cort, Neus Truyol. Pero Coll ha añadido dos más a la lista, esta vez de derechas: Martínez y Fidalgo.

En Vox Palma cunde la impaciencia porque están convencidos de que si en 2027 el equipo de gobierno no se ha apuntado ningún éxito en materia de vivienda, la izquierda tiene muchas opciones de volver al poder. Y hasta ahora, considera la formación que lidera Coll, no ha habido ningún resultado. De las dos mil viviendas de alquiler limitado prometidas esta legislatura dentro de un cacareado plan de choque por ahora solo tienen visos de prosperar 166, las que edificará una promotora madrileña en dos solares municipales. El Plan de Ordenación Detallada sigue en un limbo y en la gerencia de Urbanismo continúa el atasco a la hora de tramitar licencias.

Papel mojado

Coll ha reprochado al alcalde, en público y en privado, que ha consumido los dos primeros años de legislatura "sin haber hecho nada" en materia de vivienda. Y expresa su hartazgo porque todas las propuestas que su formación ha presentado en los plenos hayan caído en saco roto, incluso las que han sido aprobadas con los votos del PP. El general retirado considera que si se flexibilizaran los actuales parámetros urbanísticos, se permitieran tipologías de viviendas más pequeñas y tramitaciones de licencias por la vía rápida aflorarían miles de pisos. Son cuestiones anatema para la izquierda pero que Martínez tampoco le ha comprado.

Sin embargo, el alcalde no va a tener más remedio que hacerlo si quiere tener luz verde para construir en las áreas de transición. Completamente descartado el respaldo del PSOE, Més per Palma y Podemos, el PP necesitará los votos de Vox en el pleno en el que se lleve a debate y aprobación edificar en el suelo rústico del municipio. Martínez y Fidalgo tienen un año por delante para definir en cuántas hectáreas y en cuáles habrá ladrillo, y sobre todo para seducir a cinco regidores de Vox que acumulan heridas y rencores después de dos años de desplantes, el último la marcha atrás con las multas de la Zona de Bajas Emisiones.

Y no lo tendrá fácil. Por ahora Martínez está mucho más interesado que Coll en que las excavadoras entren en las áreas de transición. Y en Vox se preguntan por qué, habiendo todavía tanto suelo urbanizable por edificar.

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